Lacrimosa (ACs)
Lacrimosa | |||||||||
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Sovereign: | ʀᴀzɪᴇʟ ʂᴀɴϮuʀɪᴀ Vєηtruє β V.W. (ginzx) | ||||||||
Co-Sovereign: | vɪс ʂᴀɴϮuʀɪᴀ ᴍᴇᴢᴍᴀʀᴀᴛ (ivictoriaii) | ||||||||
Ambassador: | ʟᴇɴᴏʀᴇ ʂᴀɴϮuʀɪᴀ (jiaerwang) | ||||||||
Proxy: | ᴇʟʏꜱɪᴀ ʂᴀɴϮuʀɪᴀ (aimarmua) | ||||||||
Patron Diabolic: | ℒιẓ Vöη WιttєƖȿbαch Vєηtruє (lizvonwittelsbachventrue) | ||||||||
Political Faction: | Arch Cabalist (AC) |
History:
Greater Houses of Lacrimosa Clan
✣ ʂᴀɴϮuʀɪᴀ ✣
✣ ʂᴀɴϮuʀɪᴀ ✣ | |||||||||
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Princeps: | ʀᴀzɪᴇʟ ʂᴀɴϮuʀɪᴀ Vєηtruє β V.W. (ginzx) | ||||||||
Delegate: | Not Assigned | ||||||||
Liaison: | Not Assigned | ||||||||
History: | Santuria - El origen de la maldición
En los reinos de la realeza cristiana, en una época de esplendor y fe inquebrantable, vivía un noble cuyo nombre resonaba con poder y virtud: Raziel de Santuria. Su linaje noble estaba imbuido de una profunda devoción a San Benito, y su influencia en la corte era tan imponente como su convicción religiosa. Raziel era un hombre de principios arraigados y un devoto inquebrantable de la fe cristiana.
En una noche en la que las estrellas parecían alinearse con el destino, en un instante de descuido, Sep abrazó a Raziel y le susurró al oído: "Te gustará la oscuridad". Raziel sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral mientras las palabras resonaban en su mente. Sin embargo antes de que pudiera reaccionar, el poder sobrenatural de Sep impidió que se liberara a tiempo. La maldición de la inmortalidad y la sed de sangre se apoderaron de él, transformándolo en un vampiro en contra de su voluntad.
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† ƁƖυт Mσятιѕ †
† ƁƖυт Mσятιѕ † | |||||||||
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Princeps: | vɪс ᴍᴇᴢᴍᴀʀᴀᴛ ʂᴀɴϮuʀɪᴀ (IVICTORIAII) | ||||||||
Delegate: | Nιƈƙ Mҽȥɱαɾαƚ ʂᴀɴϮuʀɪᴀ (h0nterain) | ||||||||
Liaison: | Pansyx ʂᴀɴϮuʀɪᴀ Mҽȥɱαɾαƚ (Rastafari1593) | ||||||||
History: |
Vic Mezmarat nació en la antigua España, una tierra repleta de misterios y aventuras. Desde su juventud, su corazón latía con un ansia insaciable de explorar lo desconocido. La noticia de la conquista del Nuevo Mundo despertó en ella un fervor irrefrenable. Determinada a descubrir las maravillas y secretos de esas tierras lejanas, Vic se embarcó en un majestuoso galeón rumbo a México. Una noche tormentosa, mientras el barco se aproximaba a las costas mexicanas, un golpe de mar la lanzó por la borda. Envuelta en las gélidas y furiosas aguas, Vic luchó por su vida. Finalmente, casi moribunda, fue arrastrada hasta la orilla. En la penumbra, divisó la figura de un caballero de cabello blanco y ojos tan negros como la noche: era Raziel Santuria Ventrue Bellemort von Wittelsbach, un vampiro que, a pesar de haber abrazado la oscuridad de la inmortalidad, conservaba su fe en el cristianismo. Movido por un sentido de compasión y su fe, Raziel decidió salvar a Vic, llevándola a la eternidad con él. La guio a través del laberinto de sombras y le enseñó los secretos del vampirismo, intentando inculcarle sus creencias religiosas. Vic, fascinada por su nuevo mentor, se unió a la Casa Santuria, convirtiéndose en la mano derecha de Raziel y su compañera. Con el paso del tiempo, una inquietud creció en el corazón inmortal de Vic. La atracción por el ocultismo y la brujería la llevó a Catemaco, un pueblo enigmático conocido por sus brujos. Allí, bajo la tutela del brujo mayor, Vic profundizó en los secretos de la magia blanca y oscura, convirtiéndose en devota de la Santa Muerte. Abrazó el ocultismo, el espiritismo y la brujería, alejándose de las enseñanzas religiosas de Raziel. A su regreso, Vic decidió que su destino no estaba ligado únicamente a la Casa Santuria. Quería forjar su propio camino y expandir su influencia dentro de la aristocracia vampírica. Así nació la Casa Blut Mortis, una casa de vampiros brujos cuyos miembros abrazan la magia de la sangre como fuente primaria de poder y control. Su vínculo con la Santa Muerte los convierte en expertos en nigromancia, el arte de manipular la vida y la muerte. Vic, ahora una líder poderosa y elegante, enseñaba a sus seguidores las artes místicas y los rituales dedicados a la Santa Muerte, rechazando cualquier creencia religiosa convencional. La Casa Blut Mortis creció bajo su liderazgo, convirtiéndose en un faro de conocimiento y poder en el mundo vampírico. Vampiros de todas partes acudían a ella, buscando sabiduría y refugio. Vic Mezmarat, con su legado de magia y oscuridad, dejó una huella indeleble en el mundo de los inmortales, una leyenda que perduraría a lo largo de los siglos. |
✣SᴀɴcϮuᴀʀɪuɱ νᴀɴ нᴇʟѕιɴg✣
✣SᴀɴcϮuᴀʀɪuɱ νᴀɴ нᴇʟѕιɴg✣ | |||||||||
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Princeps: | ʟᴇɴᴏʀᴇ ʂ. νᴀɴ нᴇʟѕιɴg (jiaerwang) | ||||||||
Delegate: | Chopper ʂᴀɴϮuʀɪᴀ (chopperapp) | ||||||||
Liaison: | Not Assigned | ||||||||
History: |
“¿Has imaginado alguna vez convertirte en aquello que una vez odiaste?” Las palabras de Alucard, cargadas de un gélido desprecio, resonaron en la sala mientras el temible vampiro arrancaba sin piedad la humanidad de Lenore Van Helsing. Su progenitor Abraham Van Helsing, testigo impotente del horror, observó cómo la vida abandonaba los ojos esmeraldas de su hija, reemplazada por un fulgor carmesí que marcaba el inicio de una inmortalidad maldita. Los Van Helsing, legendarios Caballeros Protestantes Reales, habían dedicado generaciones a proteger a Inglaterra de las amenazas sobrenaturales. Pero Alucard no era un enemigo cualquiera: era el primogénito de los vampiros, el primero y más terrible de su especie. En un acto que parecía tanto venganza como condena, impuso sobre Lenore la oscura maldición de la eternidad y la insaciable sed de sangre. Cuando Lenore emergió de las sombras, ya no era la misma. Su figura, ahora etérea y casi divina, eclipsaba la belleza mortal que una vez poseyó. Sus ojos, antes joyas esmeraldas, brillaban como rubíes encendidos, y su cabello, rebelde como su espíritu, caía en cascadas escarlatas. Era una visión celestial y demoníaca a la vez, un ser nacido del odio y la tragedia. Horrorizado, Abraham no dudó en alzar las armas contra su propia hija. Los artefactos diseñados para someter a vampiros rasgaron su carne inmortal, llenándola de un dolor que despertó algo más oscuro: un instinto primario, una ira descontrolada. En su furia, Lenore hirió de muerte a su padre, un acto que la dejó paralizada en su nueva condición. Por primera y última vez, derramó lágrimas de sangre al comprender la magnitud de su tragedia. Consumida por el odio hacia sí misma, Lenore buscó desesperadamente acabar con su existencia. Pero la muerte, esquiva como el viento, se le negó una y otra vez. Lo que comenzó como un aborrecimiento hacia su propia naturaleza se transformó en una obsesión: destruir a Alucard, el vampiro que la había arrastrado al abismo. En su cruzada, su odio se expandió hacia otros vampiros, seres que consideraba inferiores, parásitos que ensuciaban la existencia misma. Su misión se convirtió en una purga sangrienta, un camino solitario donde sus manos se teñían del rojo más profundo, pero su alma seguía vacía. La caza de vampiros se volvió su única razón de existir, una danza macabra que alimentaba tanto su odio como su vacío. Sin embargo, a medida que la lista de sus víctimas crecía, algo comenzó a cambiar. En el silencio tras cada batalla, las preguntas surgían: “¿Qué diferencia hay entre ellos y yo? ¿Soy más que el monstruo que juré destruir?” Lenore adoptó un nuevo código, brutal y frío, pero claro: protegería a quienes demostraran que la eternidad podía servir a un propósito mayor y erradicaría a los que vivieran como parásitos. En sus juicios no había piedad ni lugar para segundas oportunidades. Así, forjó un séquito de vampiros con sus mismas ansias de justicia perversa, guerreros moldeados por su propia disciplina y sed insaciable de equilibrio. Lady Lenore ya no derramaba lágrimas de sangre por su humanidad perdida ni soñaba con redención. Se había convertido en una fuerza imparable, un demonio con rostro de ángel, cuya presencia inspiraba tanto miedo como admiración. Su nombre se extendió como un eco por el mundo de las tinieblas, y Alucard, el origen de su tragedia, no podía ignorarla. Su cruzada lo había alcanzado a él también, como un presagio de que algún día sus caminos volverían a cruzarse. Lenore continuó su cruzada solitaria por décadas, un espectro de furia y tragedia que se deslizaba entre las sombras. Pero incluso los más fuertes necesitan un propósito, y el suyo comenzó a desgastarse bajo el peso de la eternidad. Fue en una de esas noches interminables cuando lo encontró: Lord Raziel Santuria Ventrue Bellemort von Wittelsbach, un vampiro cuya presencia eclipsaba incluso la inmensidad del tiempo. Raziel no era un vampiro cualquiera. Líder de un linaje antiguo conocido como Lacrimosa, su clan prosperaba en la sofisticación de las artes oscuras, uniendo su propio sufrimiento eterno al de aquellos que osaban cruzarse en su camino. Raziel personificaba un equilibrio perfecto entre la brutalidad más despiadada y una elegancia que subyugaba tanto a enemigos como aliados. Su forma de operar no excluía la violencia, pero siempre la revestía de propósito e inteligencia, como una obra maestra que pocos podían comprender hasta que era demasiado tarde. Lenore desconfió de Raziel desde el primer momento. Su porte majestuoso, su intelecto enigmático y su sonrisa afilada despertaban tanto admiración como un recuerdo doloroso de su padre mortal. Pero Raziel no buscaba su confianza inmediata; como todo en su vida eterna, cultivaba la relación con paciencia y precisión. Él vio en Lenore no solo una guerrera consumida por su odio, sino una potencial igual, alguien que podría trascender sus propias limitaciones. Raziel la tomó bajo su tutela, pero no con palabras dulces ni gestos paternos. Él era un maestro severo, que empujaba a Lenore más allá de sus límites físicos y mentales, enfrentándola a la realidad de lo que significaba ser inmortal en un mundo gobernado por sombras. "El sufrimiento no te debilita," solía decirle, "te moldea. Si no puedes soportarlo, no mereces la eternidad." Bajo su guía, Lenore aprendió a refinar su furia. Raziel no le enseñó a evitar la violencia, sino a emplearla con precisión quirúrgica, a convertirla en una herramienta de dominio. En sus lecciones, él demostraba cómo el sufrimiento podía ser una forma de poder: un recordatorio constante de que incluso la eternidad tenía su precio. Lacrimosa no solo era un nombre, era una filosofía; aquellos que pertenecían a su linaje comprendían que el dolor era tanto una carga como una fuente de grandeza. Con el tiempo, Lenore dejó de ser una sombra perdida para convertirse en una figura temida y respetada. Cuando Raziel vio que ya no era una aprendiz, sino una líder en su propio derecho, le ofreció algo que pocos vampiros podían otorgar: la independencia. En un ritual solemne, Raziel le dio su bendición para fundar su propia casa, un legado que llevaría el sello de su evolución y su voluntad. Lenore aceptó y eligió un nombre que reflejara su historia y ambición: Sanctuarium Van Helsing. No sería solo un refugio, sino un bastión para aquellos vampiros que despreciaran la banalidad de la eternidad. Solo los que compartieran su amor por las artes y las ciencias, y su repudio absoluto hacia los vampiros inferiores y sin propósito, serían bienvenidos. En las grandes salas de Sanctuarium Van Helsing, el eco del sufrimiento se transformó en fuerza y creatividad. Artistas, científicos, estrategas y filósofos se unieron bajo su estandarte, jurando lealtad a una visión de perfección y trascendencia. Cada rincón de la casa reflejaba tanto su legado como las enseñanzas de Raziel: elegancia en la forma, despiadada eficacia en el fondo. |